Un murciélago, símbolo de la ciudad

Cuenta la leyenda que Jaume I antes de entrar en la ciudad, acampó al lado del río. Una noche, un murciélago se posó en la tienda de campaña del rey y éste hizo matarlo porque era señal de mal augurio. Y así lo hicieron.


A las pocas noches, un extraño ruido cerca de la tienda del rey despertó a los soldados, y gracias a que les despertó, pudieron hacer frente al ataque de los musulmanes y salieron vencedores. Jaume I mandó descubrir de dónde provenía aquel sonido que les salvó las vidas y descubrieron que fue el aleteo de este pequeño animal. En honor a estos hizo en la parte más alta del escudo una imagen que los representara. Y desde entonces…, hasta hoy.

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Las trescientas doncellas

En la puerta más antigua de la Catedral de Valencia, la románica, hay siete cabezas esculpidas en piedra. Dice la leyenda que Jaume I, antes de entrar en Valencia y para “animar” a sus soldados, les prometió que: los primeros en tomarla, podrían repoblar la ciudad con mujeres traídas de sus pueblos. Se ve que esta idea les animó, ya que ganaron.
Los primeros en entrar fueron unos soldados leridanos. El rey cumplió lo prometido y trajo a trescientas mujeres de Lérida para casarlas con los soldados. Se concertaron siete matrimonios que corresponden con las siete cabezas esculpidas, en las que se pueden leer el nombre de los contrayentes. Por eso, esa puerta también se la llama la puerta de Lérida, ya que es la primera en hacerse tras la Reconquista. Jaume I mandó esculpir aquí las cabezas en honor a estos soldados.




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Bueno chicos despues de muuucho tiempo voy a volver a escribir en el Blog de una forma más o menos continuada...o almenos esas son mis intenciones.

Hoy os voy a traer una curiosidad de nuestra ciudad de Valencia, ley esta noticia en internet junto a otras y me parecio muy buena idea postearlas por aquí. :)



¿Hay un caimán en la iglesia del Patriarca?

Si visitas la iglesia del Patriarca, verás un caimán disecado en el vestíbulo. La leyenda dice que este caimán vivía en el cauce del río, cuando había agua, y que provocaba terror entre los habitantes de la ciudad que ni siquiera podían pasear por la orilla. Los valencianos de la época contaban terroríficas historias sobre él, convirtiéndose así en nuestro particular monstruo del Lago Ness. Así pasaron los días hasta que llegó una gran riada que anegó toda la ciudad y dejó al caimán nadando a sus anchas por nuestras calles. Dice esta leyenda que un preso, en busca de su libertad, se ofreció a capturarlo con la condición de quedar libre. Y así lo hizo, y así quedó libre. Y para recordarlo se colgó en esta iglesia.



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