viernes, 11 de julio de 2014
La mocadorà
“La mocadorà”
Cuando Jaume I entró en Valencia y venció a las tropas árabes dispuso dos cosas: que los habitantes musulmanes valencianos de aquel entonces se convirtieran al cristianismo o que dejaran la ciudad, se llevaran lo justo y dejaran sus casas y pertenencias. Muchos de ellos se fueron llevando consigo un pañuelo a modo de fardo con frutas, verduras y alguna que otra vianda.
Muchos de ellos lloraban al cruzar las puertas de Valencia y su muralla árabe, y entre sollozos se despedían de la luz, el azahar y el jardín que rodeaba la ciudad.
Y es por eso que los valencianos, el día 9 d´Octubre, regalamos un pañuelo con los mazapanes en formas de frutas para conmemorar ese día. Y lo regalamos a nuestro enamorado. Aunque parece que la celebración de la “Mocadorà” tiene otro origen, nos quedamos con éste.
Todas estas historias han llegado hasta nosotros de generación en generación, y ya sabéis lo que decían: los que no entraban en las murallas de Valencia antes de la caída del sol se quedaban en las puertas a la espera de que las abrieran al amanecer. Se juntaban así: comerciantes, labradores... que pasaban las noches bajo la muralla contándose historias a la Luna de Valencia.
www.dolcecity.com
Cuando Jaume I entró en Valencia y venció a las tropas árabes dispuso dos cosas: que los habitantes musulmanes valencianos de aquel entonces se convirtieran al cristianismo o que dejaran la ciudad, se llevaran lo justo y dejaran sus casas y pertenencias. Muchos de ellos se fueron llevando consigo un pañuelo a modo de fardo con frutas, verduras y alguna que otra vianda.
Muchos de ellos lloraban al cruzar las puertas de Valencia y su muralla árabe, y entre sollozos se despedían de la luz, el azahar y el jardín que rodeaba la ciudad.
Y es por eso que los valencianos, el día 9 d´Octubre, regalamos un pañuelo con los mazapanes en formas de frutas para conmemorar ese día. Y lo regalamos a nuestro enamorado. Aunque parece que la celebración de la “Mocadorà” tiene otro origen, nos quedamos con éste.
Todas estas historias han llegado hasta nosotros de generación en generación, y ya sabéis lo que decían: los que no entraban en las murallas de Valencia antes de la caída del sol se quedaban en las puertas a la espera de que las abrieran al amanecer. Se juntaban así: comerciantes, labradores... que pasaban las noches bajo la muralla contándose historias a la Luna de Valencia.
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viernes, 4 de julio de 2014
El asesinato
El asesinato del Gobernador Viejo:
La calle de Gobernador viejo nos resulta muy familiar y, evidentemente, se llama así porque allí residió uno de los gobernadores de Valencia que más fama alcanzó. Cuenta la historia, con mucha leyenda incluida, que murió asesinado un 6 de enero de 1407. Este hecho levantó gran revuelo en la ciudad.
Por aquel entonces, el gobernador tenía un archienemigo, muy poderoso también, que juraba a voz en grito por las calles que lo mataría. Llegado ese, día lo fueron a buscar. Él juró y perjuró que nunca lo hizo y que esa misma noche estaba jugando a las cartas. Los testigos así lo confirmaron, pero a pesar de eso lo encarcelaron.
A punto de matarlo, el rey que estaba en ese momento en Valencia, dio orden de que si el reo juraba sólo una vez más que no había sido él, lo dejaran libre. Y el preso cansado de defender su inocencia, admitió su crimen sin saber la última voluntad del rey. Así murió, a falta de una sola vez de proclamar su inocencia. Nunca sabremos si fue él o no. Dice la leyenda que fue una trampa que le tendieron, y que al parecer dio sus frutos.
La calle de Gobernador viejo nos resulta muy familiar y, evidentemente, se llama así porque allí residió uno de los gobernadores de Valencia que más fama alcanzó. Cuenta la historia, con mucha leyenda incluida, que murió asesinado un 6 de enero de 1407. Este hecho levantó gran revuelo en la ciudad.
Por aquel entonces, el gobernador tenía un archienemigo, muy poderoso también, que juraba a voz en grito por las calles que lo mataría. Llegado ese, día lo fueron a buscar. Él juró y perjuró que nunca lo hizo y que esa misma noche estaba jugando a las cartas. Los testigos así lo confirmaron, pero a pesar de eso lo encarcelaron.
A punto de matarlo, el rey que estaba en ese momento en Valencia, dio orden de que si el reo juraba sólo una vez más que no había sido él, lo dejaran libre. Y el preso cansado de defender su inocencia, admitió su crimen sin saber la última voluntad del rey. Así murió, a falta de una sola vez de proclamar su inocencia. Nunca sabremos si fue él o no. Dice la leyenda que fue una trampa que le tendieron, y que al parecer dio sus frutos.
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